sábado, 20 de noviembre de 2010

EL COMIENZO DE LA NAVIDAD.

Si consultamos el calendario, observamos que, sin fallar un año, la noche de Navidad tiene lugar dos o tres días después del solsticio de invierno, la noche más larga del año, que marca el instante en que la Tierra se encuentra en el punto más alejado del Sol. Es el primer día del invierno, momento en que el Sol entra en Capricornio en el zodíaco y que anuncia simbólicamente el renacimiento del día, la resurrección del Sol, ya que es a partir de dicho instante cuando los días se irán alargando y las noches se irán acortando, hasta el equinoccio de primavera, cuando la luz triunfa frente a las tinieblas y el día es más largo que la noche.

La fiesta de Navidad se empieza a celebrar a partir de la Edad Media, a causa de que los Papas católicos, con el fin de que los fieles prestasen menos atención a la fiesta pagana del solsticio de invierno, fijaron el 25 de diciembre como la fecha del Nacimiento de Jesús.

En España, la tradición nos dice que la Navidad comienza el día 22 de diciembre con el sorteo de la lotería de Navidad. Sin embargo, los intereses comerciales nos la adelantan bastantes semanas y a principios de noviembre ya encontramos los comercios repletos de ambiente navideño.

Objetivamente, la Navidad es una festividad religiosa, la conmemoración cristiana del Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios. El término Navidad proviene del latín "Nativitas" y significa Nacimiento. Bajo esta perspectiva cristiana, la Navidad religiosa comenzaría el día 24 de diciembre con la celebración de la Nochebuena.

Los profanos, celebran la llegada del solsticio de invierno y el principio de un nuevo año, y lo sitúan alrededor del día 24 de diciembre.

Aunque haya diversas fechas para su comienzo, el final está claro. El día de Reyes, 6 de Enero, se acaba la Navidad.

La tradición popular del Belén o Nacimiento nació en la Nochebuena de 1223. San Francisco de Asís instaló un pesebre viviente en una cueva, con tanto éxito que la tradición se extendió por toda Italia y posteriormente a los países católicos del Mediterráneo. De ahí al Belén con figuras fue sólo un paso. En España el rey Carlos III fue quien impuso esta moda, fascinado por los nacimientos napolitanos.

Respecto al árbol, su origen nos lleva a 2.000 años atrás, cuando las tribus germanas celebraban el 24 de diciembre (el solsticio de invierno) alrededor del abeto. Iluminaban el árbol cumpliendo un rito ancestral que anuncia el fin de los días cortos y las noches largas. La primera constancia de esta costumbre aparece en el siglo XIV en Alsacia. Tres siglos después, la esposa de Jorge III lleva a Londres el primer árbol de Navidad. Desde entonces, Oslo envía puntualmente a sus vecinos un abeto gigante que es colocado en Trafalgar Square.

Durante el reinado de la Reina Victoria, ya en el siglo XIX, esta costumbre se popularizó definitivamente pasando rápidamente a EEUU. En nuestro país empezó a popularizarse en la década de los años 60, aunque no nos hemos decantado definitivamente. Usualmente, en nuestras casas comparten espacio el Belén y el árbol de Navidad.

Justo en el centro de las fiestas aparece la Nochevieja y el Año Nuevo, otro momento álgido dentro de las celebraciones, y que poco tiene que ver con las tradiciones religiosas.

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