lunes, 30 de enero de 2012

ME GUSTAS MÁS QUE COMER CON LAS MANOS.

¡Popular frase, ¿verdad?!  

Dios no creó los cubiertos al tiempo que los humanos. Estos inventos fueron apareciendo a partir de los siglos XVI y XVII gracias al genial  Leonardo Da Vinci.

Tampoco la denominación de cubiertos, tal y como los conocemos ahora, tienen en realidad mucho que ver con su origen.

Aquella manía que tenían nuestros antepasados para quitarse de enmedio a las altas (o no tan altas) personalidades, de utilizar veneno en las viandas, estimuló la creatividad de los que se daban por aludidos y apareció el couvert (cubierto) que no era más que un capuchón que tapaba la fuente, para que nadie pusiera nada en el plato en el recorrido que iba desde la lejana cocina de aquellos largos pasillos hasta el comedor donde estaban los invitados susceptibles de ser envenenados.

Luego, este utensilio pasó a aglutinar a todos los demás bajo el nombre de cubiertos.

De modo que hemos de partir del punto cero: se comenzó a comer con los dedos. Todos podemos tener en nuestra memoria imágenes evocadoras sobre esto, que es totalmente primitivo y como casi todas las cosas primitivas, basadas en el placer o en la necesidad.

Cuando el ser humano va evolucionando y unos deciden distinguirse con sus buenos modales de otros grupos no tan elegantes, se comienzan a desarrollar actitudes que supuestamente han de poner en evidencia una mayor cultura y formación.

Pero hemos de reconocer que el tacto es uno de los sentidos más agradecidos, que nos proporciona placer incluso sin ver el objeto de deseo en cuestión. Tocar una piel, una suave caricia, un recorrer de los dedos, un rechupetear de jugos de esas alitas de pollo tostadas y crujientes o ese helado que se desliza por la mano...  son experiencias en todos los casos, gozosas.

Como todo en esta vida, el hombre se debate entre sus orígenes y su evolución. Cuando no podemos más de ciudad, queremos escapar a la naturaleza virgen; cuando estamos hasta el moño del estrés del trabajo, añoramos el silencio y el no-hacer-nada; cuando algo nos coarta o nos agobia queremos libre albedrío... es decir, buscamos el equilibrio a través de la compensación entre los deseos primarios y la educación social.

Algo así pasa con el comer con las manos. Es tan importante esta etapa en los niños que los pediatras la defienden a capa y espada como un modo de favorecer la coordinación ojos-manos, utilizando una necesidad básica: saciar el hambre. El toquetear los alimentos, experimentar sus diferentes texturas, es un modo de estimular su curiosidad y el desarrollo de sus sentidos. Y el que los papás usen esos artilugios en vez de las manos es otro estímulo para querer hacerlo él, y convertirse, casi sin darse cuenta, en un humano educado...

Así que los adultos seguimos sintiendo, en el hecho de comer con las manos y chuparnos los dedos, una manera de recuperar nuestros primitivos orígenes experimentando placer.

De modo que, cuando la situación lo permite, nuestras manos pasan a convertirse en una prolongación de nuestra boca, que es capaz de anticiparnos la satisfacción que sentiremos cuando eso entre en ella.  Y somos incluso capaces de justificar el método manual dotando a determinados alimentos de esta etiqueta especial.

Perooooooooo lo que unas veces es correcto e incluso conveniente, no lo es en otras. Ahí está el conocimiento y la destreza en la formación personal. Recordemos que el protocolo es la esencia de la armonía, del equilibrio, de las cosas en su justa medida... de modo que el saber en qué momento podemos hacer determinadas cosas y en cuáles no, es lo que marcará nuestra altura en educación social.

Eso significa que tenemos integrado el auténtico saber ser=saber cómo tengo que estar=saber cómo tengo que hacer.  Y eso significa también un conocimiento decente en cuanto a las diferentes costumbres culturales con las que podemos encontrarnos. Lo que está bien aquí en España, en la cultura asiática es impensable, o en la árabe... pero sin ir más lejos sólo hay que probar en cualquier cafetería de Londres a mojar la bollería en el café, y causaremos estupor en muchos...

Pero que nadie crea que comer con las manos no requiere de entrenamiento ¡todo lo contrario! saber comerse una langosta como Dios manda no es algo que se aprenda solo con verlo, hay que practicarlo previamente, si no queremos salpicar a los de alrededor. Y sobre todo, porque por muy bien que sepamos hacerlo, si el resto de comensales no hacen lo mismo, rompemos eso que acabamos de decir sobre la armonía y tal vez quedemos como pedantes redomados, o en el caso contrario, como cromañones.

Adaptarnos a la circunstancia es la solución más aconsejable. Estar en el chiringuito playero y comernos las sardinas con cubiertos es ridículo; tanto como comernos con los dedos las gambas a la plancha mientras se refleja en las lentejuelas del vestido de fiesta en la cena de gran etiqueta...

Y llegados a este punto ¿qué cosas se pueden comer siempre con los dedos? Pongo aquí una breve lista:

  • Caracoles
  • Endivias y cogollos de lechuga (se habrán presentado abiertos a lo largo)
  • Conejo 
  • Mariscos
  • Alcachofas (cocidas, se separan las hojas externas con los dedos y se llevan a la boca mordiendo la parte blanda, el resto se deja al borde del plato)
  • Aceitunas (si se presentan a modo de aperitivo; en la ensalada se cogen con el tenedor)
  • Chuletas de cordero (las de palo; las de pierna no)
  • Dulces en porciones (bombones, turrones, pastelillos...)
  • Canapés
  • Frutas pequeñas (fresas, moras, cerezas, uvas...)
  • Pan (se trocea con las manos, ¿eh? no con la boca...)
  • Embutidos (todos los ibéricos presentados como aperitivos)

Y luego hay algunos que según cómo se presenten, se pueden o no se deben, total o parcialmente, comer con las manos:

  • Los embutidos curados: servidos como entremeses, se comen con tenedor y cuchillo separándoles la piel. Los embutidos frescos con el tenedor, sin el cuchillo.
  • Los espárragos, en la intimidad pueden comerse con los dedos. En algunos lugares existen unas pinzas especiales para comerlos en situaciones formales. Si no, con cuchillo y tenedor. Si son tiernos y/o las yemas, se cogen con la mano y si hay salsa (que nos habremos servido en un lado del plato) los mojamos y comemos. Si son enteros, podemos dejar la parte más dura en un lado del plato.
  • Los huevos pasados por agua se sacan a la mesa en una huevera colocada sobre un platito. Con una cucharilla se le golpeará ligeramente la cáscara por su punta y alrededor, retirando las cáscaras. Tras ponerle sal, podremos introducir en el huevo pequeños trocitos de pan que nos llevaremos a la boca con la ayuda de la cucharilla, y que hemos troceado con las manos sobre el plato.
  • Los quesos: en España se suelen comer con pan y pocas veces al final de la comida, como sí es costumbre en Francia. A los quesos llamados “duros”, se les suele quitar la corteza. A los blandos no. Si el queso es cremoso, puede untarse en el pan con la punta del cuchillo, como si se tratara de mantequilla. Los quesos se parten siguiendo la cuña si son redondos. Si están en una fuente común, lo cortamos, y se come con los dedos.
  • Las pizzas: en la intimidad puede cogerse con los dedos la porción individual previamente cortada. En un restaurante hay que cortarla con cuchillo y tenedor.
  • Los moluscos y/o crustáceos con cáscara, se abren con las manos y se comen directamente de la concha si es pequeña o pinchando la molla con el tenedor si ésta es grande.
Y como norma general, hay que pensar que siempre que se vaya a comer algo con las manos, habrá de tenerse en cuenta la presencia de servilletas que si son de papel será de buena calidad; su reposición si es necesario, y que las de tela deben también cambiarse si el tipo de alimento lo aconseja. 

Si se han servido mariscos, los cuencos con agua y limón o las servilletitas limpiadoras son imprescindibles. 

De las frutas en general hablamos otro día.

Y recordad que en el momento adecuado y de la forma acertada, las manos hay que disfrutarlas como un sentido más hecho para percibir, sentir y degustar. Y cuidarlas, porque ¡van al pan!






miércoles, 18 de enero de 2012

LA ELEGANCIA DEL ANONIMATO.

Andan los cauces revueltos en las administraciones, sea cual sea. Estatal, autonómica, provincial o local. Recortes por doquier en los sueldos de los funcionarios públicos y movilizaciones de diverso tipo.

Intentando ser lo más objetiva posible y sin caer en la esquizofrenia, y teniendo en cuenta que soy funcionaria de la administración local desde hace 21 años (lo cual, reconozcámoslo, es un hándicap para este artículo), voy a incidir en el estilo de las diferentes formas de reivindicación de los trabajadores.

Las más comunes, se identifican con la manifestación, la concentración, la cacerolada, y la estrella de todas, que es la huelga. Ésta última ha sido muy utilizada en años anteriores, y normalmente para conseguir logros laborales importantes. Y prácticamente todas, ejercidas mayoritariamente por los trabajadores de la empresa privada. En estos tiempos de crisis, la huelga deja un vacío demasiado grande en el bolsillo del trabajador y es utilizada como un último recurso.

Al participar en una huelga o en una simple rebelión, siempre subyace un temor, más o menos controlable por quien lo sufre y más o menos justificado en función de quien lo genera. No es lo mismo unirse a una manifestación de los trabajadores de Ford España que hacerlo con los funcionarios de cualquier administración. Y más aún, cuanto más pequeña es esa administración.

En los 21 años que soy funcionaria, he visto ensalzar y destronar a funcionarios en función de quién estuviera al frente de la Alcaldía o de la Concejalía. No importa el partido de que se trate, todos actúan así. Los funcionarios lo aceptamos como parte del juego, nos resignamos a ello, y unas veces lo disfrutamos y otro lo sufrimos. El ciudadano lo entiende menos, y casi nunca se entera.

El argumentario para ello es que el político se fía más si sabe que el funcionario que está al frente es más afín. Puede pasar en todos los terrenos de la vida. Pero eso no justifica que estando más cerca o más al frente, el funcionario sea más competente. No está proporcionalmente relacionado. Y a la vista de la cantidad de asesores que tienen nuestros políticos, está claro que los funcionarios cada vez deben ser menos de fiar, que no menos competentes.

Una de las tantas consecuencias de esto es que se acaba perdiendo la perspectiva y también uno de los mayores fundamentos de la función pública: garantizar que sea quien sea el político que esté al frente, gracias al funcionario que cumpla con su deber, se harán las cosas de acuerdo a la ley. Me ahorro los comentarios sobre esto...

Y vuelvo al inicio de este artículo: las diversas formas de protesta o reivindicación. El temor a verse machacado como castigo a un comportamiento fastidioso del que se pone en la picota o de alguno de sus colaboradores cercanos, y/o sufrir la persecución laboral es una de las razones para utilizar el anonimato. Y también, en muchos casos, para el insulto fácil y grosero, para la calumnia y/o la difamación, o la denuncia de un hecho grave que casi nunca se puede demostrar.

En las manifestaciones, caceroladas, concentraciones, la arenga se fundamenta en la llamada de atención, en el slogan ocurrente o recurrente, hiriente, sarcástico o sencillamente interpretable. En la mayoría de los casos, insultante. Se puede entender, puesto que llegados a ese punto, los nervios, la impotencia o el disgusto ya han hecho perder muchos buenos modales, y también, porque la masa acaba insensibilizándose y necesita fuertes choques para reaccionar.

Por eso, un correo enviado a varios facebook personales, entre ellos el mío, por alguien que se hace llamar "dudas que corroen", planteando una serie de preguntas sobre el funcionamiento interno municipal tras un recorte más en el salario y prestaciones en mi ayuntamiento, me ha llamado especialmente la atención. Obviamente, se teme una represalia, que justificaría el anonimato; se busca la complicidad en la reivindicación; se tiene información dificilmente demostrable; y se sabe que otros también están en el mismo caso.

En su correo privado me contaba que había enviado el mismo correo a otros compañeros, para que se publicase en sus muros. Que necesitaba que se le diera difusión para que los feisbuqueros lo compartieran y pudieran seguir planteando esas cuestiones y conseguir "amigos" que conocieran sus dudas, y que a su vez pudieran compartirlas en el mismo lugar.

Lo difundí, pues podría firmar cada una de sus dudas, pero también lo hice, en gran medida, porque no había palabras mal sonantes ni insultantes, y eso no es lo común en los anónimos. Las palabrotas, tacos, descalificaciones, etc., etc., suelen ser el denominador común de ése que se ampara en el anonimato para dar rienda suelta a la ira o al miedo, y no sabe que la educación puede ser compatible. 

No era este el caso. La agresividad que suele respirarse en estos manifiestos es bastante alta. El vocabulario agresivo, inadecuado o cuestionable parece que consigue alcanzar mayores apoyos. Y se olvida que unos planteamientos correctos, por muchísima duda o inquietud que produzcan, pueden formularse con corrección. 

Y según mi gusto personal, prefiero seguir a alguien que es capaz de levantar el interés y el apoyo general mediante la ausencia de agresión y violencia. Seguramente será alguien más inteligente que aquellos que arrojan arengas de desagradable lectura o escucha, que distorsionan el contenido del mensaje y cierran la puerta de una posible negociación.

Como dijo en clase un día mi profesor de la Escuela Internacinal de Protocolo,  Vicente Cutanda: para negociar con éxito es necesario hacerse respetar, y lo tendrás más fácil si consigues ser un elegante h.d.p...



martes, 3 de enero de 2012

LOS SÍMBOLOS DE LA CIUDAD DE ALICANTE. EL ESCUDO, DESCRIPCIÓN.

Siguiendo con esta mini serie respecto a los símbolos de la ciudad de Alicante, hay que completarla convenientemente con su descripción heráldica:

"En campo de gules, sobre ondas de azur y plata, una peña con rostro humano, de plata, sumada de un castillo, de oro, almenado, mazonado de sable y aclarado de gules, sumado a su vez de un losange, de oro, en el escusón los palos de gules, que son cuatro, y acompañado a la diestra por las letras A y L (Akra Leuka), y a la siniestra L y A (Lucentum Alicante), de oro y puestas en palo. Rodea el escudo el Toisón de Oro."

Y por supuesto, con una sucinta explicación del significado de los términos que se usan en heráldica, para mejor comprensión de todos:

Gules: nombre heráldico del color rojo. (Simboliza el derramamiento de sangre y los sacrificios).

Azur: nombre heráldico del color azul.

Almenas: torres que coronan un castillo.

Mazonado: edificaciones en las que se representan las separaciones de las piedras.

Sable: nombre heráldico del color negro.

Losange: pieza en forma de rombo.

Escusón: escudo pequeño colocado en el centro del escudo y de un tercio del tamaño del mismo.

Palo: pieza vertical que se coloca en el centro del campo ocupando un tercio de la anchura.
 
Y por supuesto, de la simbología heráldica, tremendamente rica y fascinantemente fundamentada:
 
Torre: Símbolo de constancia, generosidad y magnanimidad, con que el caballero se ofrece al servicio de su patria y de su Rey.

Onda: Símbolo de la vida que renace una y otra vez, manifestado por su trazo de ondas, como los altos y bajos que da la vida.

Peñón: Simboliza el señorío sobre alguna tierra, resaltando así la grandeza del linaje que lo trae, por lo que su cima se suele rematar con una torre o fortaleza.

Cordero (que pende del Toisón): Simboliza a los reyes y caudillos que han de sacrificarse al bien y cuidado de sus súbditos; también denota en la blancura de vellones (lana del cordero), calificada nobleza.

Toisón: (Del fr. toison, vellón).

Vellón: Lana del cordero.

Toisón de Oro: Lana de oro.

El Argo, nave construída por Argos.

Vellocino: (Toisón de Oro). Siendo el cordero símbolo de la inocencia y el oro el de la máxima espiritualidad y de la glorificación, el toisón significa que aquello que buscaban los argonautas era la fuerza suprema del espíritu por la pureza del alma, la cualidad del medieval Sir Galahad, el Caballero del Santo Grial.

Argonauta: Cada uno de los héroes griegos que, según la mitología, fueron a Colcos en la nave Argo a la conquista del vellocino de oro.

Argo: En la mitología griega, el nombre de la nave en que Jasón y sus compañeros argonautas navegaron desde Yolco en busca del vellocino de oro. El Argo fue construido por Argos, y por tanto bautizado en su honor. La proa del Argo tenía los dones del habla y la profecía porque había sido hecho de madera de roble procedente del oráculo de Dódona.


Sir Galahad

Argos: Constructor de barcos, entre ellos el Argo, bautizado así por él.

Colcos: País en el que se encontraba el vellocino de oro, regalo de los dioses que aportaba prosperidad a quien lo poseyera.

Sir Galahad: Caballero de la Mesa Redonda del Rey Arturo y uno de los tres que alcanzaron el Grial en las leyendas artúricas.

Ver más:

lunes, 2 de enero de 2012

DE CALCETINES, ZAPATOS Y PANTALONES.

Sugerencia de elaristocrata.com
Hola, siempre he tenido una duda que seguro que es muy tonta, pero que muchas veces me hace dudar, sobre todo en verano. Es sobre el color de los calcetines ¿deben ser del mismo que los pantalones o que los zapatos? Siempre he oido que deben ser del mismo color que los pantalones, pero en verano me plantea muchas dudas porque los colores de los pantalones o de los zapatos suelen ser más variados y en muchas ocasiones de color claro (beige, blancos...), y por ejemplo, con unos pantalones blancos, y zapato marrón, quedan horrorosos los calcetines blancos, y con unos náuticos azul marino y pantalón marrón quedan muy feos los calcetines marrones. Muchas gracias. Alfonso.

Hola Alfonso. Pues nada de tontería, ya ve cómo puede uno complicarse la vida por unos calcetines.

Sobre este tema hay varias tendencias. Yo me apunto a la que defiende que siempre es más aconsejable llevar los calcetines del mismo color que los pantalones. Pero... en el buen gusto no hay casi nada prohibido y todo depende de qué nos pongamos. Un traje de vestir clásico tiene unas opciones que no pueden aplicarse si nos vestimos de sport casual. Pero mucho mejor que en mí, quédese con las acertadísimas recomendaciones de  El Aristócrata, un gran especialista en moda masculina que en mi opinión, va sobradísimo de buen gusto.  Verá cómo disfruta leyéndolo... ¡ya me lo dirá!

Un saludo.