sábado, 20 de noviembre de 2010

LAS TARJETAS DE FELICITACIÓN NAVIDEÑA.


Sir Henry Cole
La costumbre de enviar tarjetas de felicitación data de finales del siglo XIX. Sir Henry Cole, en 1843, se agobió por la inmediatez de la Navidad y la escasez de tiempo para felicitar a sus amistades y familiares. Así que se le ocurrió encargar a una imprenta varios ejemplares de una única tarjeta con la leyenda de “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”. 

Lo más tradicional es enviar las felicitaciones por correo postal con antelación suficiente previendo la saturación lógica de estas fechas y utilizando tarjetas de organizaciones de ayuda humanitaria. Las enviamos a los familiares con los que no coincidimos en las celebraciones navideñas, a amigos y a conocidos. Es un absurdo enviar una tarjeta de felicitación a personas con las que nos encontramos diariamente.


1ª tarjeta navideña, Sir Henry Cole.
 Hoy día, las tarjetas de felicitación se sustituyen por el correo electrónico o mensajes al móvil, si bien las primeras conservan su formato original.

Esto es bastante más económico y cómodo, pero hemos de estar de acuerdo en que una tradicional tarjeta de Navidad siempre proporciona una nota de elegancia y al recibirla, nos hace pensar que la persona que nos la envió se tomó una molestia adicional, y más aún, si está personalmente manuscrita.

En cualquier caso, y la recibamos de una manera y otra, siempre hemos de contestarla de la misma manera en que nos la enviaron a nosotros.

La tarjeta de felicitación puede tener diversos tamaños y calidades. Lo que hemos de tener en cuenta es que tarjeta y sobre se correspondan exactamente en ambas cosas; mismo tamaño, misma calidad. En el sobre, debemos escribir tanto el remite como el destinatario a mano, pudiéndonos permitir un rotulador algo más “especial” pero asegurándonos de que sea perfectamente legible y que el papel absorba la tinta, pues en los papeles satinados la tinta normal tiende a correrse.

En la tarjeta, si es plegada, escribiremos en su interior en la parte derecha, cuidadando de que la cantidad de palabras se distribuya equilibradamente en el espacio destinado a escritura. Si cometemos algún error al escribir, la desecharemos y utilizaremos otra. No podemos hacer tachones ni rectificaciones.

Si la tarjeta es sencilla, se escribe naturalmente en la cara opuesta a la impresión de la imagen, teniendo en cuenta igualmente lo dicho.

El sobre se cerrará convenientemente sin mojarlo, y usando un pegamento en barra pero en poca cantidad. Esto es porque el tipo de papel en que se hacen estos sobres, o bien es muy satinado y de grosor superior al normal, o bien es de papel fino y cuasi transparente. Si ponemos una cantidad excesiva de pegamento o lo mojamos más de la cuenta, podemos provocar la ondulación del papel causando un feo efecto, y en el peor de los casos, que se despegue.

Ya sabemos que el servicio postal se satura cuando llegan estas fechas. Y como lo sabemos, no esperaremos al último momento para comprar, preparar y enviar las tarjetas. No hay nada más patético que recibir una tarjeta en la que nos felicitan la Navidad cuando ya estamos en Año Nuevo o en Reyes, y en el peor de los casos, a mitad de enero.
"Navidad con humor", de Luis Eduardo León, Colombia.

En esto hago dos observaciones:

1. Las tarjetas se han de enviar a primeros de diciembre, incluso si acompañan a algún obsequio.

2. Si se nos olvidó felicitar a alguien, y sabemos que ya no llegamos a tiempo, nos tomaremos la molestia de llamar por teléfono aduciendo una especial ilusión en felicitar personalmente. Mentimos, ya lo sé, pero el otro nunca lo sabrá. Siempre quedaremos mejor con la persona que si ésta recibe la felicitación pasadas las fechas, pues entonces sí sabrá que seguramente la enviamos tarde o que nos acordamos de él a última hora.

Si fuéramos nosotros quienes recibimos una tarjeta de felicitación de alguien a quien se nos olvidó escribir o sencillamente no teníamos intención de hacerlo, procederemos de la misma manera. Llamaremos por teléfono para dar las gracias y felicitar personalmente. No haremos comentarios en el sentido de “se me pasó enviarte una tarjeta” o “no caí en escribirte”.

Para evitar estos olvidos tan incómodos, es una muy buena idea hacer con tiempo una lista de nombres con sus direcciones, conforme vayamos recordando a quién queremos felicitar en Navidad. Durante el año nos pasan cosas con personas de no excesiva relación o confianza que puede ser interesante agradecer con este detalle en las fiestas navideñas. El destinatario se llevará una grata sorpresa al ver que recordamos aquello favorable que hizo por nosotros en la primavera pasada.

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