miércoles, 22 de diciembre de 2010

El Roscón de Reyes.

El origen de este bizcocho en forma de aro no está relacionada con la llegada de los Magos de Oriente a Belén para adorar al Niño, aunque en España viene siendo tradición tomar el roscón como parte de la celebración del Día de la Epifanía desde hace siglos.

Como muchas de las tradiciones y fiestas occidentales, esta tradición parece nacer en la época romana y sus celebraciones saturnales con motivo del solsticio de invierno. Para esas fiestas se elaboraban unas tortas redondas hechas con higos, dátiles y miel y se repartían por igual entre el pueblo y los esclavos. Ya en el siglo III, en el interior del dulce se introducía una haba seca y el afortunado al que le tocaba era nombrado rey de reyes durante un corto periodo de tiempo establecido de antemano.

Esta tradición de nombrar un rey simbólico a través del hallazgo de ese haba se instauró en la Península a través de la Fiesta del Rey de la Faba, convertida en tradicional en Navarra desde la Edad Media por la corte de los Teobaldos. En esa fiesta, los reyes ofrecían el día de Epifanía una comida entre los niños necesitados, que recibían una porción de rosco semejante al de los romanos y en el que se había introducido un haba. Aquel niño que encontraba el haba en su trozo de rosco era proclamado Rey por un día y entronizado con los fastos y honores de la corte, al grito de “real, real, real”. Esta costumbre se retomó en el siglo XX como conmemoración histórica y desde 1964 se celebra como fiesta itinerante por diversas localidades navarras.

En España el Roscón de Reyes se adorna con frutas caramelizadas y en ambos casos el relleno esconde una figurita y quien la encuentra se ciñe la corona de cartón que trae el pastel.

Si organizamos una cena para comernos el Roscón, prepararemos un menú ligero y serviremos el Roscón de postre. Los valientes, y los niños, lo comerán con chocolate, y los adultos más cobardes lo acompañarán con un vino dulce tipo Pedro Ximénez o Mistela.

Si no nos atrevemos con una cena previa al Roscón, podemos invitar a una merienda tardía, sobre las 7 ó las 8 de la tarde, en la que serviremos primero unos ligeros canapés o tapeo sencillo, para pasar después al Roscón. Igualmente podemos prescindir de los canapés y servir el Roscón junto con otros dulces.

Nadie sabe por qué, cuando hay niños, siempre tienen la suerte de encontrar las figuritas del Roscón. Si los hay, son los auténticos protagonistas de la fiesta. Todo lo prepararemos en torno a ellos y participaremos activamente de su ilusión. 

Como todo el mundo sabe, hay que guardar 3 raciones de cada cosa para Sus Majestades, que se colocan junto a los zapatos para que sepan cuántas personas y de qué edades viven en la casa.

Hay que tener en cuenta que los Reyes son personas de gran prestigio y autoridad, por lo que esas raciones de Roscón se habrán de disponer en platos acordes a su categoría. Del mismo modo, el chocolate se les servirá en copas de cristal labrado, y todo ello, platos con el Roscón y las copas con el chocolate, se dispondrán en una lujosa bandeja que dejaremos junto a los zapatos de la familia.

Seremos generosos y pondremos un bol con rosquillas de anís para los pajes y para los camellos, como también sabe todo el mundo, hay que ponerles un cubo con agua para que se refresquen tras recorrer tantas casas durante toda la noche.

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