miércoles, 4 de julio de 2012

LOS ESCOLTAS DE LAS CORPORACIONES LOCALES Y LA INDEPENDENCIA RELIGIOSA.

Maceros en el homenaje
a la Senyera valenciana
¿Pueden los maceros negarse a acompañar a la Corporación Municipal en actos confesionales aduciendo libertad religiosa?

Existe en el protocolo municipal la figura conocida como "macero". Son esos guardias que rodean a la Corporación Municipal en sus actos más solemnes e institucionales. Los maceros son funcionarios con el puesto de bedel o ayudante de asistencia interna y ceremonial, que son designados expresamente para esa función. Poseen su propio uniforme basado en antecedentes históricos y su intervención como tales está restringida a acontecimientos municipales muy concretos.

Los maceros o porteros de sala son también denominados documentalmente Reyes de Armas, y son personajes simbólicos que representan el poder y la autoridad. Sus primeros antecedentes hay que relacionarlos con las propias mazas de ceremonia que portan, originariamente armas de defensa que siempre constan entre los aparejos guerreros de los caballeros medievales, y que servían lógicamente para proteger a sus “señores”.

Después, una vez que se guerreaba menos, los maceros aparecían exclusivamente en las ceremonias solemnes de sus reyes como símbolo de la autoridad del soberano. Después, digo yo que como llevan uniformes molones y vistosos, con el tiempo, las instituciones que poseían autoridad – bien fuera por delegación real, como las audiencias, o por representación propia, como los ayuntamientos– quisieron hacer uso de ellos en sus solemnidades, como personajes alegóricos de su jurisdicción. Más adelante, se amplió la concesión de este privilegio a otras corporaciones y organismos como las universidades o las diputaciones, en cuyos actos oficiales suelen estar presentes, siempre alrededor (físicamente) de la autoridad más alta.
En la actualidad, los Ayuntamientos españoles que tienen Reglamento de Honores, reconocen la figura de los maceros, su uniformidad y regulan su presencia en función de la costumbre del lugar. Por tradición histórica, se asumen en sus Reglamentos que estarían presentes en todas aquellas ocasiones ordinarias y/o extraordinarias que así lo requiriesen, con motivo de la presencia en acto público de la Corporación Municipal en representación de la Ciudad, y siempre que lo determine el Pleno en el correspondiente Reglamento de Honores y Distinciones de la Ciudad.

Maceros escoltando a la Corporación de Las Palmas
en la procesión de Viernes Santo
En el Ayuntamiento de Alicante, el Reglamento de Honores existente (de 1997) no hace ninguna referencia a los maceros, pero sí se recoge su figura en la carta de servicios de Alcaldía, que los refiere exclusivamente para decir que es su responsabilidad (de la Secretaría de Alcaldía), el mantenimiento de los uniformes y las mazas, pero no hace referencia alguna a su funciones ni a cuándo deben intervenir.

En la actualidad, aunque no lo refleje el Reglamento, los maceros abren el desfile de la Corporación cuando lo hace en comitiva, lo que se ha dado en llamar Corporación bajo mazas. Igualmente, y como se hace en casi todas partes, lo hacen con motivo de la visita de una gran autoridad, acompañando a la comitiva en su recorrido y en algunas ceremonias como la constitución de la Corporación y toma de posesión del alcalde, plenos extraordinarios con ocasión de entregas de distinciones, etc. También en otros actos de gran solemnidad se colocan tras la presidencia.

Concretando, y estudiando el comportamiento de otras ciudades que sí tienen un Reglamento de Honores en condiciones y hablan explícitamente de los maceros (por ejemplo el Ayuntamiento de Granada, que recoge un protocolo expreso para su intervención en los actos en honor de la Virgen patrona), resumo:

Macero y Policía Local con uniforme de
gala en el Viernes Santo de Las Palmas
- El de macero es un cargo de honor que bajo la esencia inicial de “proteger” a la autoridad que le concedió tal distinción, sólo interviene cuando ésta se conforma en plenitud, bien sea para su constitución oficial o en actos en los que deba componerse como tal.

- La Corporación Municipal como institución se constituye siempre en representación de la ciudad, e interviene en actos solemnes en calidad de esta representación.

- Por ello, si la Corporación, como autoridad con representación legitimada de forma legal y oficial que le es otorgada por su constitución a través de las leyes y de su elección democrática, decide participar en pleno en un acto que bien por tradición o por costumbre en la ciudad de su jurisdicción, considera procedente estar, los maceros deben “custodiarla”.

- Los maceros no intervienen libremente en los actos, sino por designación expresa bien del Reglamento de Honores o bien por el Pleno, por lo que están a sus órdenes y no actúan a nivel personal sino en razón de su cargo.

- Los maceros representan una función oficial y ceremonial, de modo que su actuación no está en relación a su conciencia sino a la representatividad y competencia que se le otorga (y además cobran un plus por el desempeño del puesto).

- Custodian a la Corporación Municipal o la autoridad superior de carácter civil que esté presente (los Reyes, por ejemplo), pero no a un paso procesional aunque éste forma parte del acto en sí.

Concluyendo, y en mi opinión, no hay nada que avale motivos religiosos para excusarse de custodiar a la Corporación Municipal, porque es a ésta a quien acompaña y no al Obispo, o autoridad religiosa presente o monumento religioso.

Los maceros están vinculados a su cargo, en este caso municipal, y su presencia es designada por su “jefe”, es decir, por la Corporación en Pleno. Se puede renunciar a ser macero, pues el cargo no es de obligatoria aceptación, ya que se otorga de forma graciable.

No se puede ser macero para una cosa y no para otra, como no se puede ser jefe de protocolo para organizar la toma de posesión del alcalde pero no serlo para organizar la romería de la Santa Faz.

O por decirlo de otro modo, ser macero y actuar de acuerdo a sus funciones es una cuestión de coherencia, no de conciencia religiosa.


Gracias a mi compañero Jerónimo S. Ramírez por sus fotos.

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