martes, 22 de noviembre de 2011

FUNERAL 2.0.

Rvdo.Paolo Padrini, y su Biblia 2.0.
En estos tiempos de inmersión tecnológica, casi nada nos sorprende. Los ipad, ipod, iphone, smartphone, blackberrys… están en todas partes y su utilización es cada vez más habitual e imprescindible en la mayoría de los sectores profesionales y personales.

Incluso los profesionales del protocolo comenzamos a debatir sobre si es correcto que el móvil esté encima de la mesa mientras transcurre la comida. Tal vez en la vida social en general sea una costumbre errónea y debamos evitarlo.

Pero si estamos en una comida de trabajo con colegas, puede que sea incluso necesario. Podemos imaginar un mantel con la pala de pescado, cuchillo de pescado, servilleta, móvil, copa de vino… un disparate y un riesgo para la seguridad de aparato.

En definitiva, vamos aceptando como normales actitudes que provienen de la actualización necesaria de la vida actual, y el protocolo debe buscar y encontrar siempre armonía entre la vida, los tiempos y las conductas.

Lo que todavía no es habitual, es encontrarse con un sacerdote adaptado al ipad.

Situación:

Un responso en recuerdo de un fallecido, la solicitud de presencia del sacerdote, éste que llega, se sitúa en el lugar preparado y acorde al acto que va a presidir, pero en lugar de sacar de su bolsa, maletín o cartera sus libros de oraciones, extrae un ipad y recostando la espalda sobre el respaldo de la silla, pulsa la pantalla y una tras otra va dando lectura a las oraciones ante los atónitos ojos de las personas (de avanzada edad) que asisten al momento de recogimiento.

Muchas de esas personas no sabían que existía un teléfono móvil tan grande, y le observan con perplejidad mientras el sacerdote desliza su índice sobre la pantalla. Otras, las menos, ofrecen una extraña imagen contradictoria: mientras de sus labios salen palabras dulces de recuerdo al difunto y frases conmovedoras, sus cejas fruncidas y ojos acusadores se contraponen con hostilidad a esos generosos sentimientos.

Miran con reproche al sacerdote (¿tanto le costaba traerse un librito?), ajeno al efecto que está provocando pues está absorto en la pantalla… hasta que termina el responso y una de las señoras rompe el silencio de la pausa final y pide recitar una oración.

Sin dejar de mirar fija y acusadoramente al sacerdote, y de memoria, van saliendo de su boca una tras otra las frases del réquiem:

Dios mío, señor de la historia y dueño
del ayer y del mañana, en tus manos están
las llaves de la vida y de la muerte.
Sin preguntarnos te lo llevaste contigo a la morada santa
y nosotros cerramos nuestros ojos,
bajamos la frente y simplemente te decimos: está bien, sea…

El sacerdote, como si se acabara de despertar de un bonito sueño, manifiesta con un lenguaje verbal evidente e indisimulable, que se quiere morir él también. Se le echan encima todas las miradas censuradoras al mismo tiempo que se le hace evidente que ha metido la pata hasta las ingles.

Acabado el réquiem recitado de memoria por la representante y depositaria de los reproches mudos de todos los presentes, el sacerdote no puede sino acercarse y con humildad estrechar entre las suyas las manos de la señora y decirle en voz baja, con tono de arrepentimiento “me ha dejado usted sin palabras”, para hacer una suave inclinación de cabeza y dirigirse a la salida de la habitación de la forma más silenciosa de la que fue capaz…

La moraleja no puede ser más simple. El protocolo y la educación social basan su éxito en la armonía entre lo que pasa y cómo hemos de tratarlo para que el resultado sea lo más equilibrado posible entre todas las partes que intervienen: público, protagonistas, ocasión, adornos… de tal forma que ninguna de ellas distorsione el momento que se está viviendo.

Rvdo. D. Carlos, cura 2.0 del Valle de Soba.
Este sacerdote, de treinta y tantos años, evidentemente fiel seguidor del Reverendo Paolo Padrini seguramente arrasará en sus celebraciones con los fieles jóvenes y contemporáneos, que verán en la utilización de los medios tecnológicos una aproximación necesaria e inevitable a su hacer y su cultura.

Pero la actuación 2.0 de este sacerdote ha distorsionado, ha dañado la sensibilidad de los fieles con los que ha compartido el momento y que dada su edad, lugar y circunstancia, no estaban preparados para la modernidad de D. Carlos, el cura del Valle de Soba. 

ARMONÍA2.0 reivindico, Evento y Gestión dixit

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