jueves, 9 de junio de 2011

CARTA ABIERTA A LOS V.I.D. (VERY IMPORTANT DOGS). PARTE II.

Continuando con mi carta anterior, destinada a las mascotas digamos convencionales, y dada la buena acogida que me consta que ha tenido (no esperaba menos de vosotros, los perros), me permito dirigirme a los VID, a los very important dogs, esos que os dedicáis a tareas relevantes que complementan sin errores, las carencias humanas. No voy a recomendar nada a los policías, pastores, perro de epilepsia, de diabetes, rescatadores, rastreadores, cazadores, corredores… pero por ser mucho más urbanitas y dedicarse plenamente al cuidado de sus amos, creo que es necesario que os diga algunas cosas a vosotros, los perros guías, que os entregáis en cuerpo y alma a vuestros dueños, os convertís en sus ojos y pies, con una absoluta y admirable profesionalidad y generosidad.

Si lo hago, es porque, como en mi primera carta, es bastante más farragoso dirigirme a los humanos, mientras que vosotros sois tan receptivos y os entusiasmáis tanto cuando os sentís útiles y veis que vuestro trabajo mejora la convivencia…

Habréis de tener en cuenta que no todos los humanos son conscientes de que sois perros de trabajo, no mascotas. Vuestra filosofía es diferente, no estáis para distraer a vuestros amos, sino para colaborar activamente en el desarrollo natural de su vida cotidiana. Por eso no saben que no han de tocarte ni llamar tu atención cuando estás trabajando, y si eso ocurre, has de mantenerte cual guardia real británico, es decir, como si no fuera contigo por muy pesado que se ponga el humano.

A veces, tus congéneres, cuando andan paseando a sus amos, pueden ponerse algo impertinentes o no entender lo elevado de tus tareas, y empeñarse en jugar o ponerse pesadísimos ladrándote o provocándote, sin que sus amos les den un sopapo de advertencia. Ten paciencia, pues cualquier movimiento imprevisto, tirón o cambio de rumbo, desestabilizará a tu amo con fatales consecuencias.

Ni que decir tiene, que algunos, al verte tan guapo y con esa prestancia, quieran premiarte con comida suculenta; tú ni caso. Sólo has de comer lo que tu amo te ofrece, y por dos razones: nadie come trabajando y además tú sales comido de casa.

Tu gesto inteligente y tu mirada escrutadora, pueden hacer creer a algún humano que las indicaciones te las han de dar a ti en lugar de a tu amo. Qué estúpido. Es tu amo quien te da las instrucciones y es a él a quien únicamente le haces caso.

Los humanos no suelen saber que han de dejar tu lado libre, que no pueden pararse junto a ti ni entorpecer tu paso. Sé comprensivo. Quédate quieto y espera la reacción de tu jefe. Pocos saben que a un invidente que lleva un perro guía, hay que acercarse por el lado contrario. Lo más probable es que, si tu jefe decide dejarse llevar por ese humano en lugar de por ti, le ofrecerá su brazo izquierdo y te hará una señal para que sepas que durante ese rato te da un descanso.

Antes de cruzar por un paso de cebra sin avisador acústico, ya sabes que has de asegurarte de que no vienen coches o de que éstos están parados. Intenta guiar a tu jefe no demasiado cerca de ellos, una para que no tropiece si los coches se mueven, y otra para que no te asustes tú si los conductores son impacientes o impertinentes y les da por hacer sonar el claxon.

Cuando tu jefe deba ir a algún lugar y pregunte a alguien la dirección concreta que debe seguir, no es raro que el otro humano conteste cosas como “siga por aquí y luego tuerza a la derecha en la segunda bocacalle”. En fin. No te impacientes. Seguro que tu jefe le contesta algo así como “¿Por aquí significa recto, y cuántos metros aproximadamente he de recorrer antes de torcer a la derecha?”.

Tampoco saben los humanos que no deben sujetar a tu jefe y arrastrarlo sin que antes lo hayan advertido y tu jefe te confirme a ti que está de acuerdo. Él puede caerse y tú lo entenderás como una agresión; estate atento a la reacción de tu jefe no sea que se te vaya el mal genio antes de hora, cosa que ya sabemos que es poco probable.

Y si toca tu arnés, o pretende conducirte a ti, lo que has de hacer es sencillamente no moverte, hasta que tu jefe diga qué debes hacer.

Ya sé que es un fastidio que antes de entrar en cualquier local público, o transporte, tu jefe haya de deshacerse en explicaciones para que entiendan que tú sí que estás autorizado a entrar, porque más que un animal eres una prolongación suya y porque estás magníficamente entrenado. Confiemos en que la sociedad en general se mentalice de que es así y las autoridades hagan la suficiente publicidad para que todo el mundo tenga esta información.

Y para terminar, sólo alabar tu dedicación y magnífica preparación, confiando en que las mascotas convencionales te tomen como modelo en todas aquellas cosas que puedan aplicar en su vida diaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres dejar tu comentario? Pincha aquí.