jueves, 10 de febrero de 2011

LA EDUCACIÓN A DESTIEMPO.


Dar el pésame dos años después; preguntar por el divorcio de alguien que ya se ha olvidado -voluntariamente- de que eso le ocurrió; felicitar por el cumpleaños tres meses después; contarle a alguien la maldad que otro contó sobre él hace seis meses...

A veces, nos equivocamos en los límites de la educación. Es como muchas otras cosas en la vida, que hechas a destiempo son innecesarias y molestas.

Si en su momento no se enteró de la defunción, y la noticia acaba de llegarle, es que no era una persona tan cercana como para que alguien le comunicara lo ocurrido, poder asistir al entierro, dar el pésame en su momento, o enviar unas letras de sentimiento... y curiosamente tampoco para asistir al funeral de semanas después. 

De modo que si nadie contó con usted para ese momento tan doloroso, no debe utilizar un encuentro fortuito  ni una información casual para molestar con su pésame tanto tiempo después. El viudo, la viuda, o los padres que perdieron a su hijo, o el hijo que perdió a su padre, merecen al menos el respeto de que no mencione esa desgracia transcurridos tantos meses o años.

Es más correcto interesarse por el bienestar personal de quien tiempo atrás sufrió la pérdida y limitarse a decirle, aunque no sea verdad, que se alegra sinceramente de encontrarle tan bien, y dejar a su criterio el comunicarle la noticia dándole la oportunidad de corresponder con su sorpresa fingida y sus condolencias falsas.

O por el contrario, decirle que conoció la noticia el suficiente tiempo después como para considerar que no debía molestar haciendo revivir el dolor, y que no se atrevió a escribir unas líneas de condolencia.

En cualquier caso, en estas circunstancias, a la persona que sufrió la pérdida seguramente le será indiferente su sentimiento y sus palabras tardías.

Es una de esas ocasiones en la vida, en las que debemos tener en cuenta que ser educado a destiempo, haciendo algo que sólo debe realizarse en el momento, es mucho peor que hacerse el desentendido.

Si no estuvo cuando le necesitaron, o cuando se hubiera agradecido su presencia, no la imponga ahora, es la única manera en la que puede enmendar su error. Suena crudo, pero es así.

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