miércoles, 23 de febrero de 2011

LOS PEQUEÑOS HORRORES.

Share |





  1. Esperanza Aguirre recién salida del quirófano, centenares de medios de comunicación a las puertas del hospital esperando el primer parte médico. Salen dos personas, supongo que los responsables del gabinete de prensa del hospital, con las manos llenas de folios, que se dirigen hacia los periodistas con evidente ademán de hacerles entrega de esos folios. Y una de las personas, dirige con movimiento rápido su pulgar hacia la boca, y se lo rebaña desde el principio hasta el final con su propia lengua… Luego, con esa humedad que le facilita la separación de los folios, los va entregando repitiendo el ademán cada 2 ó 3 hojas…
  2. Llegas a un lugar y comienzas a saludar a los conocidos. Te acercas a uno de ellos al tiempo que a él le da un golpe de tos, y muy educadamente, vuelve ligeramente la cabeza y con la mano en canutillo, se tapa la boca intentando toser lo más discretamente posible. Luego, te extiende esa misma mano para estrechártela en el saludo…
  3. En un evento vas al baño a asegurarte de tu compostura, sacas un pequeño cepillo para el pelo, lo dejas en la encimera y llega una “conocida” que simultáneamente a “qué bien, déjamelo”, se cepilla enérgicamente su cabellera, y te lo devuelve con la mejor sonrisa y gracias, pero también con unos cuantos cabellos suyos enredados en las cerdas de TU cepillo…

Estas desagradables anécdotas, nos han pasado a todos alguna vez. Y en esas situaciones siempre me viene a la cabeza un antiguo compañero de trabajo, muy socarrón, que aquellos años compartía conmigo un jefe muy escrupuloso. Éste solía sentarse frente a su mesa cada tarde para revisar papeles, y cogiéndole un lápiz, lo mordisqueaba mientras los leía. A mi compañero este gesto le desagradaba bastante.

Una de esas tardes, debió mirar al jefe con mayor intensidad que otros días, de modo que éste se dio por aludido y con una ligera sonrisa se excusó diciendo “ay, perdone, es una manía que tengo y no me doy cuenta”, a lo que mi compañero, con toda la parsimonia que merecía un momento tanto tiempo esperado, le contestó “no se preocupe, yo también los chupo todos los días…”.

La tarde siguiente, el jefe llegó con su propio lápiz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres dejar tu comentario? Pincha aquí.