lunes, 18 de octubre de 2010

DISCAPACIDADES Y CORTESÍA.

Las normas de cortesía que hemos de usar con las personas que tienen alguna discapacidad física, tienen unos matices concretos relacionadas con el tipo de ésta.  Conviene tener presente estas necesidades específicas, y sobre todo, ser conscientes de que a veces por exceso de amabilidad, por impulso o por un paternalismo mal entendido, en lugar de ayudar estaremos molestando. 
Por eso, la primera norma cuando nos encontremos en determinadas situaciones, es preguntar primero si la persona desea ser ayudada. Y si nos responden que sí, conviene tener en cuenta lo siguiente:
Las personas ciegas necesitan los brazos para mantener el equilibrio, ofrécele el tuyo en vez de cogerle el suyo y adáptate a su velocidad en el paso.
Si la persona tiene un perro guía, camina del lado opuesto al del perro, y describiendo los posibles obstáculos.
No toques el bastón ni el perro guía de la persona ciega.
Habla con claridad. La mayoría de las personas con problemas auditivos necesitan leer los labios de los demás.
Si la persona no comprende algo que hayas dicho, exprésalo de otra manera en vez de repetirlo y por supuesto sin alzar la voz ni gesticular en exceso. Es sordo, no estúpido.
No empujes ni toques la silla de ruedas de una persona sin su consentimiento, es parte de su espacio personal. 
Respeta las rampas y las puertas con accesos para sillas de ruedas sin trabas ni obstáculos.
Las personas que caminan con ayuda de un bastón o de muletas también necesitan tu ayuda. Ofréceles tu ayuda para alcanzar, tomar o levantar objetos, abrir puertas, utilizar máquinas expendedoras y otro tipo de equipos.
Cuando sostengas una conversación con una persona que se encuentra sentada en una silla de ruedas, procura sentarte para estar a su mismo nivel, y si eso no es posible, inclínate con suavidad pero no excesivamente, para demostrar tu interés.

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