lunes, 31 de enero de 2011

EL PODER DE COMUNICACIÓN Y LA VERACIDAD DE LA INFORMACIÓN.

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Hola, veo los informativos de tv y observo muchas veces como una gran confusión entre lo que se transmite y la realidad de la noticia en sí según qué cadena sea. Qué diferencia existe en su opinión entre comunicación e información?


¿Qué nos hace elegir una revista u otra? ¿Qué nos hace preferir un informativo a otro, una cadena a otra o un periódico a otro?. En mi opinión se trata de la comunicación, ya que por definición el acontecimiento-noticia-información se produce de una sola manera. Es decir, el hecho es uno, la forma de interpretarlo o de presentarlo puede ser muy diversa.


Añadiría otro elemento que si bien es sumamente subjetivo respecto del receptor (el espectador), sí que incide siempre y de manera tajante en las elecciones y conclusiones que éste hace continuamente de los mensajes/informaciones que recibe.

La información en sí debe ser neutra, objetiva, fría, imparcial, indiferente, cualitativa y lo más cuantitativa posible. En teoría estas cualidades son las que deberían ser garantizadas por un buen informador; permitirían que la información emitida fuera analizada e interpretada sólo por el receptor con la suficiente ecuanimidad. Sin embargo, los múltiples intereses que afectan a los medios hacen imposible casi siempre que puedan emitir una información “limpia”, especialmente en lo que se refiere a la necesidad que tienen los medios de ser elegidos por el receptor para informarse.

Entendiendo la comunicación como elemento utilizado por el ser humano para llegar al otro, para expresarse y ser entendido por aquél, para ser aceptado y recibido con agrado; podemos llegar a la conclusión de que todo medio necesita comunicarse de forma concreta, para entrando en la misma onda que el receptor, conseguir ser preferido por él.

En esta sociedad invadida por la información a través de múltiples periódicos, emisoras, televisiones, webs, telefonía móvil... diversos en sus procedencias y tendencias, que llegan a todo un cuerpo heterogéneo de receptores cada vez más insensibilizados por saturación, es necesario encontrar un elemento diferenciador que llame la atención de estos receptores y les hagan ser elegidos por ellos. 

Este elemento diferenciador no es más que la capacidad para comunicar del medio en cuestión: un presentador que transmita confianza, un titular sensacionalista, una voz cálida y segura, etc., hace posible para el medio conseguir unos índices mayores de audiencia, de venta. Lo anodino, lo insípido, lo insustancial, no tiene cabida en la comunicación.

Esto se hace especialmente patente en la televisión. Cada vez más se elige a un comunicador más que a un profesional de la información, dejando a éste la tarea de seleccionar lo que se informa, y a aquél la tarea de comunicarla. La máxima aspiración de un medio es encontrar un profesional del periodismo con capacidad de comunicar.


Un ejemplo claro en este sentido es la rivalidad en las contrataciones. Un comunicador se lleva su audiencia a otro medio cuando es contratado por aquél, lo que prueba que no es la información dada lo que hace al receptor preferirlo, sino el cómo y quién se lo cuenta. 

Un buen comunicador tiene más posibilidades de ser reconocido por las masas, tiene más capacidad para “elegir” el medio a través del cual informar, y el medio que le contrate tiene la garantía de saber que va a ser elegido por la masa. 

En resumen, la diferencia entre comunicación e información es que la primera adorna a la segunda, unas veces con acierto, y otras desastrosamente. 

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