sábado, 22 de enero de 2011

Quedo a sus pies besándole la mano.

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El debate sobre si alguno de los comportamientos que datan de hace siglos, siguen estando vigentes hoy día, es algo que nos surge desde la contemplación de alguno de ellos cuando nos pilla desprevenidos.



Por ejemplo, besar la mano a las señoras. Y no me refiero a ese beso que implica ternura y que quien nos quiere nos da, sea en el dorso o en la palma, y que tanto transmite…

Dos altos ejecutivos de las finanzas, hombre y mujer, me referían la situación vivida con un alto cargo de la banca, preguntándome si ese comportamiento era correcto u obsoleto y demodé. La situación es la siguiente:

El banquero con importantísima responsabilidad en su empresa, recibe a sendas señoras de elevada edad, y más elevada cartera monetaria. Una tras otra, les tiende la mano y sujetando la de cada una con soltura y firmeza a la vez, les realiza el gesto de besarles la mano.

Tras una breve conversación y distendido encuentro, el banquero se despide, quedando las señoras próximas a los altos ejecutivos, quienes oyen decir a una de las señoras: “Hay que ver qué clase tiene este hombre, se nota en el gesto de besarnos la mano”.

Las señoras quedaron encantadas, y totalmente predispuestas a seguir poniendo su cartera monetaria en manos de ese educadísimo caballero que les había demostrado un signo de tan esmerado respeto.

¿Obsoleto? ¿Demodé? Pues digamos que como todas las muestras de cortesía tradicionales, depende del cuándo, el porqué y el cómo. Ahí radica su éxito.

Probablemente, el que un empleado de banca se comporte así con unas señoras de elevada edad, que proporcionan buen negocio a su empresa, es un ejemplo de armonía entre las tres preguntas, con garantía de obtener éxito como se demuestra en el comentario de una de las señoras.

La inteligencia en el modo de complacer halagando a la persona de la cual esperamos una deferencia, es una virtud que se adquiere o bien por talento, o bien por experiencia.
No me imagino ese gesto en mi persona, pues por edad no entra en mi concepción de la cortesía y los buenos modales actuales alrededor del mundo profesional, pero me gustaría mucho que se le hiciera a mi madre.

Sería algo así como lo que sentí la primera vez que la cajera del supermercado me dijo “gracias, señora”. Fue un sobresalto y de golpe me hice consciente de que los años pasan y hay gente más joven que nosotros. Si alguien me besara la mano ahora, en un saludo o como gesto de respeto, no me daría un disgusto pero tampoco sentiría gusto.

Los saludos deben ser acordes con los tiempos, y por supuesto con la situación profesional y personal. Sin embargo, los tiempos no son los mismos para esas dos señoras que para nosotros. Respetarlas en sus percepciones de las muestras de respeto es lo que nos hace a nosotros más educados, y doblemente meritorios si somos mucho más jóvenes.

Si un caballero de mediana o avanzada edad, intenta realizar este gesto con una mujer joven, laboralmente activa y considerada moderna, seguramente se encontrará con la resistencia de ella, y no por oposición, sino por sorpresa. Ella no entenderá en el primer segundo qué quiere hacerle él con el gesto de elevar su mano al tiempo que se agacha, por lo que probablemente pondrá resistencia al movimiento. Y estoy por casi asegurar que cuando se percate de que lo que quiere es besarle la mano, le estirará de ella para atraerle hacia sí y plantarle dos besos en la cara, o por el contrario dará un pequeño paso atrás.

El hombre que realiza ese gesto, no espera ser besado literalmente y mucho menos con la familiaridad que implica hacerlo en la cara.

Pero, ¿cuál es la forma correcta de besar la mano a una mujer?

El beso en la mano consiste en simular que se da, en la mano derecha de la señora, pero sin darlo. El caballero recogerá la mano que le tiende la señora, y con delicadeza se la aproximará a la cara sin llegar a tocarla con los labios.

Se realiza de pie, nunca sentado, y únicamente en ocasiones formales. El hombre mantendrá los pies juntos de la forma más natural posible, y las piernas rectas, y se inclinará levemente a la vez que sube la mano de la señora.

Cuando lleguemos invitados a un acto social, besamos la mano a la anfitriona y cuando a ésta le acompañan otras señoras, se les da la mano, para distinguir el especial trato a quien nos invitó.

Si el hombre lleva guantes, se lo quitará para coger la mano de la señora, pero sin embargo ella puede dejárselo puesto.

En resumen, la ocasión la pinta calva. Y si su ocasión de conseguir un objetivo está en utilizar cosas positivas, como lo son los buenos modales, pertenezcan a nuestros tiempos o no, no tenga dudas: Bese.

Al fin y al cabo, no están las cosas como para dejar pasar besos.

2 comentarios:

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