sábado, 11 de diciembre de 2010

¡CUIDADO! LA IMAGEN PELIGRA EN LOS ESCAPARATES.




La cuestión es simple y la planteo directamente: ¿Se encuentra usted a gusto en una peluquería, con el tinte, los rulos, las mechas, el baby... mientras todo viandante que pasa por la calle puede verle impunemente de esa guisa? Yo no. No puedo entender a esos establecimientos que exponen de forma tan indiscreta momentos tan privados de sus clientes, pero aún menos entiendo a los clientes que se sientan tranquilamente en esos sillones sin que les importe ser maniquís de escaparate.

Es como si te pasearas por la Explanada con el papel de plata en el pelo o con el gorro del secador puesto y al rato volvieras a comprarte algo en los puestecillos, pero ya perfectamente arreglada. ¿Para qué nos arreglamos entonces? Si permitimos que se nos vea durante la preparación (nada favorecedora) ¿Qué gracia tiene salir a las dos horas perfectamente peinadas si lo peor ya nos lo han visto?

Esto me recuerda a esas señoras que salen a primera hora de la mañana a  pasear al perrito, en pijama y bata, sin peinar y con las zapatillas de andar por casa, y al rato vuelven a por el pan pero ya de punta en blanco.

Nadie puede recordarte maravillosa si tiene grabada en su mente tu imagen con los pelos de punta (literalmente) y llenos de esa sustancia indescriptible que va cambiando de color.

No hagan esto jamás. Ni exponerse en una peluquería que no defienda su intimidad ni mucho menos lo de la señora que menciono. Por favor.


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